El síndrome de burnout o porque es importante tomar vacaciones

Inicia la época de vacaciones y a veces somos renuentes a dejar unos días el trabajo. Checa por qué es importante tomar un respiro y alejarte un poco de tus actividades cotidianas.

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El síndrome de burnout (también llamado simplemente «burnout » o «síndrome del trabajador quemado») es un tipo de estrés laboral crónico. Es decir, es una enfermedad de larga duración y generalmente de progresión lenta.

Es un síndrome de cansancio emocional, despersonalización, y una menor realización personal y curiosamente se da en aquellas personas que están en constante contacto con clientes y personas.

Este síndrome que proviene del inglés «burn-out»: consumirse o agotarse, se caracteriza por un progresivo agotamiento físico y mental, una falta de motivación absoluta por las tareas realizadas, y en especial, por cambios de comportamiento en quienes lo padecen. Éste cambio de actitud, relacionado generalmente con «malos modales» hacia los demás o con un trato desagradable, es una de las características clave para identificar un caso de burnout. Si te estás sintiendo así tal vez ¡es momento de tomarte un respiro!

¿Cómo saber si estás padeciéndolo? Es muy parecido al estrés laboral, sin embargo, el burnout aumenta de intensidad. Algunos síntomas son:

– Cambios en el estado de ánimo: de repente te encuentras irritable y de mal humor. Se te olvidan las buenas formas y los modales. Empiezas a estar todo el tiempo “a la defensiva”. O por el contrario, te muestras totalmente indiferente hacia los demás.

– Desmotivación: pierdes toda ilusión por tu trabajo. Las metas y objetivos se empiezan a hacer pesados y empiezas a “tener que soportar” estar en tu trabajo.

– Agotamiento mental: El desgaste gradual que produce el burnout, hace que tu resistencia al estrés sea cada vez menor, por lo que a tu organismo le cuesta cada vez más trabajo hacer frente a los factores que generan ese estrés.

– Falta de energía y menor rendimiento: tu capacidad de producción disminuye y empiezas a no rendir lo suficiente.

– Alteraciones físicas: Es frecuente la aparición de dolores musculares y articulares, que se dan como resultado de la tensión generada por el estrés laboral y que por lo general están provocadas por contracturas musculares.

– Otras alteraciones: problemas gastrointestinales, cardiovasculares, afecciones de la piel, dolores de cabeza, mareos, alteraciones del apetito sexual y mayor riesgo de obesidad entre otros.

¿Qué lo desencadena?

Los periodos largos de trabajo sin descanso y otras cosas como:

– Los puestos de trabajo en los que estás sometido a un contacto continuo con clientes o usuarios, y por consiguiente, a un gran número de quejas, reclamaciones o peticiones por parte de los mismos. Esto puede generar grandes niveles de estrés en el trabajador y a la larga puede terminar por afectar a su conducta.

– Los trabajos con elevado nivel de responsabilidad donde se exige un gran nivel de atención y concentración sobre la tarea realizada. Por ejemplo la gente que trabaja en los Hospitales tiene una fuerte responsabilidad en sus manos.

– Turnos demasiado largos en el trabajo, donde estás 10 o 12 horas continuas trabajando sin parar.

– Trabajos muy monótonos, aburridos, repetitivos o sin incentivos también pueden ser causa de este síndrome. Si no tienes ninguna motivación en lo que haces, esto puede causarte frustración y estrés.

 ¿Qué hacer para evitarlo?

La clave es detectarlo en sus primeras fases, así cuanto antes trabajes en el problema, serás más capaz de mantenerlo bajo control.

Te sugerimos tener una comunicación constante con tus jefes o con tu equipo de trabajo para saberlo detectar. En ocasiones hasta tendrás que obligar a la gente a que “tome vacaciones a fuerza” para que recarguen baterías y no acumulen estrés.

Otra cosa que puedes hacer es usar cualquier técnica de relajación como la meditación o escuchar música relajante. La parte física es súper importante: el estrés tiende a generar tensión muscular, por lo que te conviene realizar determinados estiramientos y ejercicios antiestrés (en Internet encontrarás miles) como parte de tu rutina diaria. Practicar algún deporte de manera recurrente y hasta en ocasiones, acudir a una terapia psicológica pueden ser otras dos actividades que te ayuden a manejar el estrés.

Así que ya sabes, antes de seguirte todo el año trabajando sin parar, considera desconectarte un rato para recargar baterías.

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