¿Sirve para algo el servicio social?

La respuesta rápida es “depende de ti”. El servicio social es una obligación para titularse de una Institución de Educación Superior. En teoría no hay cómo darle la vuelta, aunque en la realidad sobran los casos de personas que le pidieron al tío que les firmara la carta de servicio social o, bien, simplemente cumplieron su servicio pasando lista en una institución o empresa. Si tú eres uno de esos casos donde la respuesta al título de este artículo es “no”, tu servicio social no sirve de nada y harías muy bien en dejar de presumir cómo tuviste que hacer nada para cumplir con un requisito que tiene como propósito contribuir con tu comunidad y al mismo tiempo tener la oportunidad de aplicar lo que has aprendido para ganar algo de experiencia. #ShameOnYou.

En mi caso el servicio social resultó ser más útil de lo que pensé en su momento. Por las reglas de mi universidad, respecto al número máximo de horas que podía darte cada proyecto, hice servicio social en varias instituciones. A la distancia, me puedo dar cuenta que fueron muy útiles para adquirir competencias que no obtienes en el salón de clase y también para desarrollar competencias más específicas de tu carrera. Algunos de esos proyectos incluso se fueron directo a mi CV cuando era recién graduado y no tenía mayor experiencia profesional.

Mi primer proyecto de servicio social fue en un hogar para niños y niñas con cáncer o leucemia, la Casa de la Amistad. Mi servicio ahí era básicamente apoyar en las actividades con los niños y —a menos que fueras un robot— la verdad no era nada fácil. Te obligaba a desarrollar inteligencia emocional para convivir con ellos y a ser empático pero no condescendiente (los niños están muy conscientes de su enfermedad y les choca que los traten con extremo cuidado). Por otro lado, este tipo de instituciones trabajan con recursos escasos así que tienes que echar andar tu creatividad para cumplir con el objetivo. Creo que nunca me había sido tan útil (ni me será) saber tocar un poquito la guitarra. Y suena a cliché pero, de verdad, no hay forma de que estar en un lugar así no te ayude a poner en perspectiva lo que consideras es un “problema”o es “difícil”de lograr y veas de primera mano lo que significa sobreponerse a la adversidad.

Otro de mis proyectos de servicio social consistió en hacer videos de distintas instituciones donde los estudiantes de mi universidad hacían su servicio. Estudié comunicación así que este proyecto tuvo mucho sentido en términos de adquirir experiencia desarrollando un producto audiovisual que finalmente sí sería utilizado por las instituciones para promover sus causas. La tarea tampoco fue fácil, requirió mucha organización y trabajo en equipo (ambas competencias imprescindibles si te vas a dedicar a la producción) porque teníamos que hacer todo en un verano. Además, había que realizar mucho trabajo de investigación  de manera previa, porque igual teníamos que documentar el trabajo de una institución de apoyo a pacientes con enfermedad de Huntington que el de una delegación del DF en su trabajo de otorgar apoyos a micro empresarios.

Por último me tocó dar clases de computación en una escuela primaria. La parte curiosa de la historia es que cuando llegué a la escuela junto con otro estudiante de mi universidad nos avisaron que no había computadoras (de hecho recién las habían comprado pero tenían que esperar a que se aprobara el presupuesto para hacer la instalación y adecuación del salón). Después de unas semanas ayudando a la secretaria y directora del plantel con actividades de oficina nos avisaron que tendrían que esperar al siguiente ciclo para hacer la instalación porque la cotización era muy cara. Afortunadamente el otro estudiante de mi universidad era ingeniero (y mucho más hábil con un desarmador que yo). Vio la cotización, sabía qué se tenía que hacer y le propuso a la directora que si compraban el material él y yo podíamos hacer la instalación. Después de unas cuantas visitas a Home Depot, cargar cajas y seguir las instrucciones y el liderazgo de un futuro ingeniero con las mejores intenciones, lo logramos. Finalmente, la vida profesional no siempre se trata de tener la mejor idea, a veces sólo se trata de reconocerla y apoyarla hasta sus últimas consecuencias.

Si estás en ese momento de elegir un servicio social, te sugiero que te acerques al área correspondiente en tu universidad y en vez de pensar la manera de librarte de esto, pienses en cómo tu servicio podría ser de mucha ayuda para alguien y, en cómo podría ser más significativo para tu vida profesional de lo que te imaginas.

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